Germán Carrasco






Nace en Santiago en 1971. Tiene estudios en Lengua Inglesa en la Universidad de Chile. Entre 1991 y 1993 participó en el taller de poesía de su facultad y algunos de sus poemas fueron publicados en la antología Códices del "Grupo Códice" (Santiago, 1993). En 1994 obtuvo el segundo premio en el "Concurso de Poesía para Obras Inéditas", convocado por el Departamento Técnico de Investigación de la Universidad de Chile, que edita, ese mismo año, su libro Brindis. En 1998 publicó el poemario La insidia del sol sobre las cosas (Santiago, Dolmen). Figura en diversas antologías y revistas.



La Mañana Del Suicida


Por un sol de invierno (y con el gentil auspicio de la Municipalidad) una banda toca increíbles cursilerías en la plaza; las disfrutamos sin embargo, al igual que los jubilados y los escolares que hacen la cimarra para besarse inofensivamente. Un tipo suplica algo a una muchacha llorosa temiendo ser escuchado, y uno de los amigos que beben cerveza en espera de fotocopias enseña con el índice una avioneta blanca en un cielo sin nubes. El impermeable amarillo de una mujer de aproximadamente veinticinco años y un charlatán que la fascina con mentiras, terminan por inquietar al fotógrafo que fuma con una mano en el bolsillo en el umbral. Todo reluce.



Ganas De Trotar Bajo La Tempestad


Nacimos en el desprecio a los signos de exclamación,
en habitáculos donde sólo se llega a dormir o al amor
y se sujetan los áfonos y dulces quejidos, en el desprecio
a esos signos que tanto daño han hecho a los amantes
y a la relación entre empleadores y empleados.
Tenues
ofrecemos té y vino en diminutivos a quien comparte la charla,
el ajedrez sin fanfarronear el triunfo, sotto voce
como si con los decibeles se fueran a marchitar las calas
o fuera a ocurrir algo terrible
y alguien sugiere una épica del silencio,
conformada por la antología de Cuántos
ecos, susurros y gemidos

porque luego de leer versos durante media hora se puede sentir el paso de un diente de león con mensaje amante o una pelusa al cruzar el cuarto y comprender de inmediato que se trata de la muerte; luego de leer sin prejuicio a los pares la tradición la calle, se puede superar el gusto y los prejuicios; se puede entender las sutilezas burguesas en forma de haikúes, sonetos de agua y esas cosas. Sin inquietarse.






Kermesse

¡pero si es casi prosa! no hay claridad conceptual
¿a qué explicar absolutamente todo? es más insípido que comida de enfermo
truquea traducciones y las sirve en platos frescos
no se la puede con los metros no se la puede con el verso libre
nada que decir a quién le interesan sus amoríos
muy académico muy marginal
una pálida copia de______________…
hispanizante no ha leído a los clásicos hispanos
ha leído demasiados clásicos muy provinciano
nada bueno puede salir de las cloacas santiaguinas sus endecasílabos machacan
demasiada métrica no tiene prosodia mucho adjetivo
un feminismo trasnochado oracular, pretenciosa
bueno, reconozco un par de versos notables que he leído en una poeta mexicana
muy católico su rupturismo aburre se le secó el pozo
no hay profundidad no hay trasfondo religioso
dicen que es antisemita demasiada lectura de poetas judío-americanos
se acostó con el jurado le prometió caviar al jurado
fumó hierba con el jurado
lo vieron en provincia con el jurado en un bar de dudoso gusto y reputación
esa barba hippie esa pinta de milico pobre un punk de Nueva Quillahue
ese terno de tinterillo el tono de maricón rasca

Pura mierda.




El Clavadista

I



Camina por la tabla
el clavadista
El sacerdote al encuentro:
su dios
Un encuentro con la divinidad:
el agua
La sacerdotisa camina hacia
la entrega
La amada se dirige hacia
el evento:
Dios se encuentra ante
el sacrificio
que camina esbelto con un rostro
constante
como el rostro del suicida:
digno
luce humilde al caminar

la perfección:

su postura

Una mujer es
una piscina
Una piscina es
una divinidad




ESTE HOMBRE DE EDAD MEDIA,
TRAJE Y GAFAS
se abstrae, este hombre de edad media, traje y gafas,
en los nerviosos movimientos de la cabecita de un chincol
o chingolo (zonotrichia cappensis, fringilla matutina)
como a un escaso y último gustillo: el trabajo
(casi el trago, por poco o el tango, mejor)
o lee nervaduras de hojas para no pensar
en sus propios nervios, jamás la prensa
en los recreos que se permite entre legajos
(un transe quiere el hombre, una seda).
Según él, el pájaro dice:
“ya nadarás en un lino de lodo azul
como tobogán de terciopelo, no te inquietes”,
vaya traducción esperanzada
del pajarístico, como si alguien
(no sé sabe de dónde) bajara a resolver este quilombo,
vaya consuelo, un tanto barroco, un poco baboso
para tu gusto, mas consuelo al fin y al cabo.
Se da ánimo. Recuerda una frase, un lugar común, un verso:
hope without work is crazy,
“Tengo trabajo. Respiro”. La noche cae
como la pesada sotana de un cura pedófilo
que oscurece una ventana. El miedo cae.
Todos se volvieron, de golpe, seniles
sin la sabiduría de la vejez, ficción macabra;
algo —por mandato de la usura— entumeció
el hard bop, el rock, las sangres, la sopa, el hip.
Pero la senectud será la única anarquía: a esa militancia
nadie nunca ha podido renunciar,
ajedrez de melindrosos jubilados
que en el fondo quisieran dar al tablero
un tembleque golpe de karate.
También acostumbra mirar por la ventana
y así tranquiliza la mirada nerviosa
de planillas, cálculos, despidos, porcentajes.
Debería tener binoculares: bajo la lluvia
una pareja, sin música, baila sus nupcias
y luego consuman su luna de miel
cubiertos por el biombo circunstancial
que es el impermeable de feria americana
del muchacho. Sonríe.



El Precio De Los Huesos

Cuando el reloj
Marca las tres
Los esqueletos
Toman el té
—Juego de palmas de niñas

Las calaveras no son para jugar fútbol
pero siempre hay quien lo olvida: todos
los elegíacos son unos canallas y las calaveras
no son para jugar fútbol
aunque una vez lo hiciéramos
en el Liceo Gabriela Mistral de Independencia.
El sector de las fosas comunes del Cementerio General
está muy cerca del liceo y alguien una vez
se robó un cráneo de ahí, para jugar
—expulsado el gestor del juego, suspendidos
por tres días los que se involucraron—
Eso fue antes que los estudiantes
de medicina con su sobredemanda
aumentaran drásticamente el precio de los huesos,
lo que terminaría por vaciar las fosas comunes
otrora llenas de cráneos (recuerdo haber visto una vez
un cráneo con trenzas)
o quizás antes de que los sepultureros se dieran
cuenta del negocio.
Esos eran cráneos de gente que no pagó sus nichos;
¿Por qué lo hicimos, eso de jugar fútbol?
¿Para restarle valor a la muerte?
Una profesora entonces dijo que el fútbol
consistía, en el fondo, en patear el cráneo del enemigo
y de la muerte saltó a su tema: el sexo (única forma
de mantener la atención de cuarenta y cinco delincuentes
en potencia).
Era rubia, nerviosa, con algo de garza, muy sexy
Nos mantenía a todos concentrados
en su belleza, sus palabras y un cigarrillo que todos miraban
esperando que cayera la larga ceniza, lo que nunca ocurría.
(siempre sospeché un truco, un alambre o alfiler, algo así).
Claro, todos sabían que Tai Pei y Nueva Quillahue
estaban (están) sembradas de huesos.
Pero nosotros, inconscientes,
jugábamos fútbol con un cráneo