Dolan Mor




(Cuba, 1968) Poeta y narrador. Autor de los libros El plagio de Bosternag (2004), Las historias de Jonathan Cover (2005), Seda para tu cuello (2006), Nabokov’s Butterflies (2007) y Los poemas clonados de Anny Bould (2008). Algunos de sus textos aparecen reunidos en las antologías de recientes poetas españoles Los chicos están bien: Poesía última (2007) y Poesía para bacterias (2008), también en la reedición de Las cuatro puntas del pañuelo: Poetas cubanos de la diáspora, galardonada con el Premio de Cuban Artists Fund, con sede en Nueva York. Ha obtenido el Premio Miguel Labordeta de Poesía (2007) por su libro Los poemas clonados de Anny Bould, y el Premio de la Delegación del Gobierno en Aragón (2006) por el poemario Nabokov’s Butterflies. Colabora con revistas españolas e hispanoamericanas como Quimera, Turia y Letralia. En la actualidad sus textos se traducen al polaco. Desde el año 1999 vive exiliado en Aragón.


En Un Viaje A Alemania Me He Convertido En Goethe

A orillas de tu pelo la nieve Margarita escribe una canción en mi fino
portátil que habla de un viaje en tren a Dresden Alemania / Su melodía lleva
un silbido de plata el humo que abrillanta la música en mis dedos el sonido
de plomo que se mueve en mis manos temblorosas las letras en mitad de la niebla
(porque tu nombre en latín significa “ perla”)
Los cristales ahumados en los meses de invierno inician este viaje que sale
de Ginebra / tu rostro (porcelana) contra la ventanilla cenizas en el cielo
las nubes pasajeras cucarachas azules tus ojos infinitos páginas de periódicos
el polvo que se enquista mientras silba el metal en mis manos la nieve el viento
de la tarde que ensucia la estación los andenes repletos de bultos bancos suelas
oficinas que venden en seis ordenadores mi viaje hacia Alemania desde Gare Cornavin
Más allá de un discurso te nombro Margarita porque tu origen (flor) suena
bellis perennis entre los abedules que rodean el tren (son abedules secos pero en este poema
son árboles perfectos sembrados para ti) vuelo entre varias obras de escritoras que firman
tu diadema de reina tu nombre de princesa en páginas de libros al salir de Ginebra
(porque tu nombre en mi memoria significa “ perla”)
Imagino la escena: vagones que se marchan el humo la distancia que abrillanta
tu rostro posado en el andén como una mariposa mortal oscurecido por la tela
de araña que deja su diamante tejido sus mil capas de aroma ese veneno vaporoso
el invierno destilando su amor al salir con mis libros de la estación Cornavin
En lápiz azul-negro te escribo este poema para la eternidad (tal vez para la muerte)
su magnitud (en bronce) el arte de lo bello la nieve que ahora reza detrás de ese cristal
el viaje hacia la noche de un tren que se diluye como un río en la hoja digital del portátil
viajeros que se duermen no saben siempre ignoran hacia dónde se mueve el reloj
apagado que deja en estos versos tu perfume (Chanel) unos lagos quemados por la palabra
tiempo y el amor ese tizne que sale de estas letras cual hilos de un gusano
cansado de escribir con seda una canción invisible lejana que habla de tu belleza
Sin embargo me ignoras pero yo te menciono al partir de Ginebra Margarete Margarita
(porque tu nombre en la distancia significa “perla”)
Como si fuera un muerto dentro de una novela que escribiera Bulgakov a orillas
de esqueletos sin ramas (abedules) va el tren hacia Alemania el humo
que despide mi corazón del tuyo colillas de la tarde mientras pienso en Celan
(él escribió un poema que hablaba de tu pelo tu cabello encendido como llamas
de oro) estambres que se duermen me golpean tus labios la canción
Margarita el silbido el amor que se agita en mis venas el viento entre mis dedos
tus labios que se mueven me arrastran cucarachas azules son tus ojos la memoria
y la niebla que pasa Margarita esta niebla el poema termina sin tu olor
(por cierto tu cabello es marrón no dorado se equivocó Celan en su Fuga o poema)
y te alejas no vuelves porque yo escribo ahora que estás muerta tu nombre
se borró ya no existe la realidad se impone más allá de mi texto o es sólo una metáfora
de Google que Darío escribió en su palacio de mármol hace un siglo con la luz de una vela.