Andrea Cote






Nació en Barrancabermeja, Santander, en 1981. Es poeta y profesora universitaria y ha sido colaboradora del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Ha publicado los libros Puerto Calcinado (Poemas, 2003); Blanca Varela y la escritura de la soledad (Ensayo, 2004); Una fotógrafa al desnudo (Biografía de Tina Modotti, 2005). En el año 2002 recibió el premio nacional de poesía joven de la Universidad Externado de Colombia y en el año 2005 recibió el Premio Mundial de poesía joven «Puentes de Struga», otorgado por la Unesco y el Festival de Poesía de Macedonia. Su libro Puerto Calcinado ha sido parcialmente traducido al Inglés, Francés, Italiano.



“Chinatown a toda hora” y
“Hay que comer”

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A las cuatro y cuarto
entre los viajantes de Chinatown
le digo:
Yo sobreviví al terremoto y al agua.
Soy 1979 partiéndose en dos
y lo que usted piensa ahora mismo,
también lo soy.
Soy una muchacha suave
-soy china-
Como esa que cree usted
se vería mejor callada
y despeinada
en otra parte
y no aquí,
que se vería muy bien desnuda
y estirada
en un cuadro de Modigliani.
Soy ella.
Sí.
Y, por supuesto,
señor,
yo soy Modigliani.
Soy la punta de la estrella,
y la cosa de papel que cae desde el aire en los aniversarios,
el autor de la teoría
de que el espíritu
es el hueso que no se puede roer.
Soy las ganas de romperse y de decir algo.
No puedo pagar la entrada al cine,
pero salgo en todas las películas
y por eso estoy sucio
y cansado
y más triste que dios.
A esta hora soy el cartón
y la masa
y la muchacha ideal,
la esterilla de papel
y la esquina morada
y lo que dejaste en la estación.
En el año de 1979 yo le doy la vuelta a mi casa
y la hago explotar.

Yo soy el pie en el estribo
y la última cosa en que pensó Paul
y soy capaz de decir cualquier cosa porque estoy sucio
y no puedo pagarme la entrada al cine.
Soy el autor de la teoría del espíritu
y soy un lado del espíritu

soy la muchacha ideal.

En verdad,
señor,
yo soy Chinatown.
A toda hora
y en demasía,
tengo una calle en cada esquina del mundo
y soy,
naturalmente,
lo único que nos queda.


Señorita

Nos sobra
esa reserva
-Infinita-
de la cosa que no dura,
quiero decir,
tu piedrecita más brillante
-linda-
superchería
de Chinatown.
Tú,
tu río de cosas,
la piedrecita de metal pulido
luz fatua
fruslería
-Todo
Frágil-
Y sin embargo,
tu ser capaz
de ser una
muñeca
china y feliz,
quiero decir,
porque importa,
el gesto tuyo
de quitarte todo,
pero no
la piedrecita de metal pulido,
la que brilla del lado que
no vale nada
pero importa,
quiero decir,
es nuestra reserva
infinita
de esa cosa que no está supuesta a durar


Otra Postal de Sequia


Con el perro,
amor,
hubo la casa,
el jardín ,
la verja,
el ciudadano,
medianoche,
el recorrer,
dar la vuelta
y pasear
-La vida esa-
sí,
el ruido del vecino,
la nobleza que tuvo
su dar la mano
matinal.
Claramente,
con el perro
hubo animal
que espera
y muerde
y pasta
como todo,
animal,
que si se enferma
y pesa
y muere
y tiene nombre
es animal
de fondo,
si le da rabia
y miedo
y si no es hombre
ni es monstruo
para nadie.
Con el perro
amor,
hubo la casa
cartas de él
Garúa mía,
que te espero,
manera suya
decir:
Garúa mía
si no vienes
ten bondad;
no avises
y mi manera
manía mía
de pedir que venga
con la misma palabra con que pido que se vaya